Análisis de This War of Mine: The Little Ones - PS4, One

This War of Mine, de 11 bit Studios fue uno de los grandes títulos indies de 2014 para compatibles, por lo que no es de extrañar su salto del PC a consolas, aunque haya tardado algo más de un año en hacerlo. Sin embargo, esta aventura de supervivencia llega a Xbox One y PlayStation 4 no solo como un port de la versión que ya conocemos, sino con un atractivo nuevo: los niños, un añadido que motivará a más de uno a volver a pasar unos cuantos días bajo las bombas de la ciudad asediada del juego. Si la supervivencia ya era dura para curtidos adultos en This War of Mine, la edición de consolas, con todo el contenido publicado para PC, añade una óptica completamente diferente y personajes con unas necesidades distintas.
En esencia el juego es el mismo: nos encontramos atrapados en una ciudad sitiada, rodeada por los horrores de la guerra en la que permanecen un puñado de civiles esquivando las balas de los francotiradores por el día y rebuscando entre los escombros por la noche para poder alimentarse y conseguir todo lo necesario para intentar llegar vivos al final de la guerra. Así, día tras día. El juego está inspirado en hechos reales, concretamente en el conflicto del sitio de Sarajevo durante la Guerra de Bosnia a principios de los 90, y cuyo asedio se prolongó hasta 1996. Sin embargo, el juego tiene la particularidad de que en lugar de ponernos en el frente de batalla con un arma como tantas otras veces, nos pone en la piel de ciudadanos civiles, desarmados y aterrorizados que huyen de balas perdidas que peinan el aire, la hambruna por la escasez de alimentos y el despiadado frío del invierno.
Como en el juego de PC, This War of Mine: The Little Ones nos ofrece partidas aleatorias en las que nuestro objetivo siempre será el mismo: llegar al final del conflicto con el máximo número de civiles vivos. No siempre será fácil y dependerá en gran medida de la estrategia que sigamos: con los turnos de vigilancia, con los materiales que busquemos, con la política de cambio, con el racionamiento de la comida…
El crafting es fundamental en este título polaco pues pasaremos las noches recolectando piezas con las que crear suculenta comida, muebles o cualquier otra cosa que necesitemos como armas para defendernos o aguardiente y tabaco para intercambios. También lo es marcar una estrategia, tener claro qué queremos conseguir y salir por las noches con una “lista de la compra”, aunque por supuesto, abiertos a sorpresas.
Para llevar un control de lo que pasa, de cuáles son nuestras necesidades principales, podremos consultar las fichas de personaje de cada uno de los protagonistas (en la esquina inferior de la pantalla). Lástima que en la versión de consolas la letra sea demasiado pequeña, un auténtico fiasco que nos obligará a dejarnos la vista para saber si Marko, Pavle y los demás se mueren de hambre, están cansados, han dormido mal o se están recuperando de una herida.
El juego presenta unos personajes predeterminados con características propias (y un mayor o menor número de huecos en la mochila para salir a rebuscar por las noches), a los que hay que alimentar, proteger del frío, ayudar en las enfermedades o procurar armas para poder defenderse de los ladrones (aka otros supervivientes desesperados). En la nueva versión aparecen nuevos personajes, tanto adultos con niños a su cargo como huérfanos. Estos personajes no son tan fuertes como los protagonistas adultos, y necesitan más cuidados y más apoyo. Sus principales actividades serán dormir y jugar, y por supuesto, comer. Los adultos pueden darles de comer, conversar con ellos (un abrazo quita todas las penas), jugar a las palmitas y enseñarles trucos para sobrevivir... Tras los muros de la casa destrozada por las bombas sigue siendo un día de guerra, pero de los muros para adentro, los niños son capaces de abstraerse y jugar. ¿No deben hacer los adultos todo lo que puedan para que así sea eso? En pro de este espíritu, el taller de creación añade un columpio para los niños.
Esto añade más diversidad a las partidas, y sobre todo a las personalizadas, puesto que también aparecerán en el apartado de “Crear mi historia”. Desde este apartado también podemos controlar no solo los personajes que habitarán la casa (con o sin niños), hasta cuatro, sino también cuántos días durará el asedio, cómo de duro será el invierno o las propiedades del barrio disponibles y quién las habita. Es decir, podremos configurar al detalle la dificultad de nuestra partida si así lo queremos.
Por lo demás tendremos el tiempo de día para alimentar a los personajes, dormir para preparar las vigilancias, usar el taller para crear camas y otro mobiliario, los fogones para cocinar, el jardín de hierbas para tabaco o verduras, el colector pluvial para recoger agua o el taller de metal para confeccionar todo tipo de herramientas y armas. El tiempo vuela, así que mejor tener muy claro cuál es el plan y sobre todo, si hay comida, que nadie se quede sin comer por estar haciendo otra cosa. Por la noche, será el tiempo de salir a rebuscar víveres por el barrio. Tendremos que decidir quién sale (apuesta por las mochilas más grandes) y qué armas lleva consigo, así como quién vigila y quien duerme. Sin novedad en este aspecto, si no contamos la conversación dicharachera de los niños y sus carreras hasta la puerta cuando el buscador vuelve con la mochila llena. La partida se guarda automáticamente al volver, así que cualquier robo que se haya producido será inevitable.
Por si fuera poco, el juego también incluye un componente moral que ha llegado intacto a consolas, y es que, la situación límite en la que nos encontramos nos hará tomar algunas decisiones muy difíciles: ¿ayudar a aquellos que nos piden asistencia? ¿Robar a inocentes más débiles que nosotros su comida? ¿Matar a otras personas para a hacernos con víveres? ¿Aprovecharnos de ayuda humanitaria sin compartirla? Al final del juego, en el pequeño resumen de los momentos importantes de la partida, podemos medir nuestras acciones y cómo nos hemos conducido para conseguir lo que sea que hayamos conseguido. ¿Sobrevivir a qué precio? Y con niños de por medio las decisiones se vuelven más duras, cómo privar a la divertida Iskra de comida o medicinas…
Pero no es lo único por lo que This War of Mine: Little Ones ofrece profundidad. Cada personaje tiene unas características, una psicología, que debemos aprovechar pero también aprender para que el conflicto no acabe con ellos. Y es que los personajes no solo enferman por heridas y hambre, también se enfadan, se retraen, se pelan y se aíslan, y es muy difícil sacarles de esa situación. Escuchar la radio o beber alcohol, puede aliviarles, como si no tuviera suficiente con llenar la panza o no acabar muertos por un disparo durante las exploraciones.
En el apartado visual, nos encontramos con la misma estética de carboncillo que en el original, en la misma gama de grises triste que otorga al juego un aspecto lúgubre que concuerda a la perfección con la atmósfera que intenta representar su historia: una agonía desesperada en la que la esperanza se agota por momentos. El poco color del juego lo encontramos en las exploraciones para marcar el movimiento a nuestro alrededor de animales o intrusos (¿o los intrusos somos nosotros?). Son en estas exploraciones furtivas y nocturnas donde la música cumple un papel fundamental, acompañando nuestros pasos sigilosos y anticipando el desastre.
En resumen, This War of Mine era un buen juego indie en PC y se convierte en un buen juego indie para Xbox One y PlayStation 4 con This War of Mine: The Little Ones capaz de atraparnos durante horas y convertirnos en un habitante más de esa casa destartalada de ventanas rotas de la que nos guarecemos del horror de la guerra y reflexionamos de todo lo que tenemos... Además de la aventura de supervivencia, el crafteo y el esfuerzo porque todos nuestros personajes lleguen hasta el día en el que se anuncia el final del sitio de la ciudad, esta nueva versión añade un nuevo prisma: los niños atrapados en las guerras y cómo proteger su infancia y su inocencia.
Lo mejor
- Añade todos los contenidos publicados en PC, como los editores
- Los niños son un buen aliciente para los que ya lo jugaron en PC, aunque no hay muchos cambios
- El objetivo del juego, su estética, sus métodos, las decisiones a las que nos arrastra
Lo peor
- La letra enana en las consolas
- No hay tutorial (¿hay instrucciones en la guerra?)