Análisis de DiRT Showdown - PC, PS3, Xbox 360

Los juegos de Rally son guays, casi tan antiguos como el propio concepto de videojuego y tan absorbentes como una esponja en mitad del desierto. Pero desde luego son inmersivos y nos transportan a una realidad donde las victorias se pagan con adrenalina y siempre hay otra oportunidad. Nada mejor que unas carrerillas para desprenderse de la tensión acumulada durante una dura jornada de trabajo o para evadirse de las preocupaciones mundanas, al volante somos el más rápido y eso es lo único que importa.
Hoy en día, cuando los juegos de este género son ya incontables, es difícil que un título destaque entre los demás a no ser que tenga tras de sí una fuerte inversión publicitaria o sea la esperada secuela de otro anterior. Al mirar atrás, sin querer, nos damos cuenta de que igual que una marca de chocolate pone en su etiqueta algo como "Desde 1867” para mostrar el prestigio de ser especialista en algo y presumir de haber ido afinando todo su proceso de elaboración durante tanto tiempo, siglos de ensayo y error para crear el mejor chocolate son un testimonio inapelable, algo similar le pasa a Codemasters con los juegos de coches. En mi opinión, podrían crear su propio sello de calidad aduciendo algo como “Ganando carreras desde los 80”.

El espectáculo está garantizado con esta propuesta de Codemasters.
Y es que lo de Codemasters con los juegos de carreras viene ya de largo, concretamente, desde Micromachines para NES. Corría el año 1985 y las hombreras y cardarse el pelo eran lo más cuando su primera versión doméstica vió la luz. Gracias a este juego que en realidad era una extensión publicitaria de una línea de juguetes y a todas sus secuelas para las 16 bits, esta compañía se inició en el noble arte de la velocidad. Juegos inolvidables que nos dejaron muchísima diversión y la emoción de que ser golpeados en pleno circuito pudiera acabar con nuestro fórmula 1 dentro de una tronera de billar...
Ya en la era de los 32 Bits y antes de que la ola de la simulación golpease duro a este género y a los deportes en general, cuando las primeras PlayStation vinieron al mundo, surgió un título que es el más claro antecesor de este Dirt Showdown que hoy tengo en mis manos: Destruction Derby, una buena pieza de coleccionista que no debe faltar en ninguna reunión familiar. Dirt Showdown tiene unas cuantas deudas morales con él pues su concepto de partida es el mismo , carreras de coches y puntos por destruir a los otros con una esencia de arcade clásico cuyo fin último es más divertir que ser fiel a la realidad.
DESTRUCTION DERBY HA VUELTO
Dirt Showdown, como aquél, es un juego gamberro, eso salta a la vista en cuanto vamos a la pantalla de título y empieza a sonar punk rock californiano muy cañero que nos va metiendo en situación. Desde su menú principal podemos elegir entre el modo carrera o desafíos y por supuesto también hay un jugoso y variado modo online pero como diría Jack el Destripador, vamos por partes..
En el modo carrera tenemos que ir ascendiendo de una liga de conducción a otra desbloqueándolas poco a poco. Cada una de estas ligas se compone de muchas pruebas diferentes, normalmente carreras con distintas reglas para ser descalificado pero también de otros tipos como destruir a todos los demás en un escenario acotado tipo plaza de toros, o lanzar a los rivales fuera de una plataforma elevada. El número de coches disponible al principio es muy escaso, pero conforme vamos ganando carreras van apareciendo más modelos para que los compremos con el dinero virtual que ganamos tras cada competición.

Nada mejor que un buen arcade para desfogar la adrenalina.
El modo desafíos consiste en cumplir objetivos que nos explican al principio de cada prueba, suelen estar centrados en entrenar nuestra habilidad de conducción de cara a las maniobras rápidas necesarias para triunfar en los modos de juego más difíciles pero por supuesto también encontramos otros relacionados con la destrucción automovilística, para alegría de los talleres de chapa y pintura virtuales.
Gráficamente, tiene su propia identidad sin llegar a destacar cualitativamente. En general utiliza colores cálidos para su puesta en escena y los circuítos hacen gala de una gran solidez. Quizás aunque el trazado de los mismos no sea el más original de todos los tiempos, si que nos sorprende puntualmente con algunos muy divertidos, por ejemplo, uno que tiene forma de ocho pero transcurre siempre al mismo nivel con lo cual suele haber divertidos accidentes multitudinarios en la intersección cada vez que uno pasa por allí. El aspecto sonoro está muy bien trabajado y un divertido doblaje al español lo hace muy llevadero.
JUGABILIDAD
A los mandos responde perfectamente con la inmediatez de los juegos arcade y al servicio de la diversión se le ha incluído además un modo turbo que se activa presionando X y fuerza nuestro motor hasta el límite de sus capacidades. Este recurso y cómo está llevado a efecto recuerda mucho a la serie MotorStorm de Sony, aunque una vez consumido tarda una eternidad en volverse a cargar. La sensación de velocidad está lograda con gran acierto y la curva de dificultad de las sucesivas carreras es quizá un poco drástica de unos niveles a otros pero en general está muy bien conseguida y nos hace sentir emoción con la escalada al primer puesto de la carrera desde el octavo lugar.
Codemasters ha vuelto a hacer un gran juego de carreras y aquí se nota su saber hacer acumulado durante años en este género. Muy divertido, más si tenéis la suerte de jugar en pantalla dividida con un amigo, especialmente en el modo rampage que es el de la destrucción en el ruedo donde el intentar pillar al otro desprevenido y las risas están asegurados. Una pena que no admita cuatro mandos a la vez porque os aseguro que eso sería un auténtico despiporre. El modo online nos deja elegir todas las variables de la prueba en la que queremos participar entre las opciones que da el juego, cosa que agradecemos muchísimo porque son muchas. La posibilidad de enviar desafíos también le aporta una nota de vida y color.

Velocidad y diversión son los principales ingredientes del título.
En cuanto a la variedad de las cámaras se queda bastante corto, dándonos tan sólo dos para elegir. Lo cual por otro lado es cosa extraña porque cuando hacemos un truco bueno o alguna proeza al volante el juego se para y se nos abre la posibilidad de un editor de video-repeticiones que sube el video directamente a YouTube desde nuestra PS3. Dentro de este modo repetición si podemos mover la cámara y ponerla no ya sólo a cualquier distancia de la parte trasera del coche, sino también en cualquier ángulo que se nos ocurra.
Sin embargo, Dirt Showdown tiene un handicap mayor y es el de los tiempos de carga, un factor que hace que este juego casi no pase mi particular ITV. Se hacen muy pesados. Entre la elección de prueba, coche y circuíto puede que empiece a crecernos la barba ya que entre cada una la consola se queda casi un minuto pensando. Salvando este pequeño detalle que a los grandes amantes del género no les parecerá muy relevante estamos ante un grandísimo juego de carreras y destrucción que nos recuerda que los juegos no tienen que ser complicados para ser divertidos.
LO MEJOR
- Codemasters ha vuelto.
- Destruction Derby ha vuelto.
LO PEOR
- Pocas camaras para elegir durante la carrera.
- Tiempos de carga muy largos.